Si algo tiene el Valle del Cauca es un paisaje hermoso. Y verlo desde arriba al volar un parapente es fascinante
Debo confesar que mi miedo a las alturas me hizo postergar la decisión muchas veces. Pero si alguna lección nos ha dejado la pandemia del nuevo coronavirus es que la vida hay que vivirla sin tantos planes, además de dejar los temores a un lado porque cuando menos piensas dejas de estar en este mundo terrenal.
Para cumplir mi deseo de volar, busqué un plan con una agencia local de mi entera confianza: Viajes Che. Con ellos se contrata el traslado de Cali a El Pomo (en El Cerrito), un rato de piscina, almuerzo, ida a Santa Elena (muy famosa por ser el escenario de María, novela romántica de Jorge Isaacs) y regreso a Cali.
El parapente es un sistema de vuelo que se impulsa con el aire y que gracias a la fuerza que hace la persona (o personas) cuando toma impulso por la montaña con una corta carrera, logra elevarse y planear, como los pájaros. Para los que no somos pilotos, se vuela en un biplaza.
Cuando se llega al sitio te explican cómo están las condiciones para volar, te pasan el arnés y te lo aseguran. Te explican cómo se debe correr por la loma para poder ganar altura y de ser necesario, te facilitan a una persona que te ayude a empujar la salida. Recuerdo que solo di dos pasos y ya estaba en el aire, sintiendo algo de mareo, pero tolerable. El paisaje en el aire compensa ese brevísimo malestar que se siente.
En mi caso, volar fue tranquilo y muy relajante. La persona que guía pregunta tu nivel de riesgo, para mí el hecho de estar en el cielo ya era toda una aventura. Si me da vértigo cruzar el puente peatonal de Chipichape (centro comercial en el norte de la ciudad de Cali), ya se podrán imaginar estar a muchos kilómetros lejos del suelo.
Mis recomendaciones son:
Ir con buena disposición.
Llevar con ropa cómoda, como jeans o licra, camiseta y tenis porque toca correr un poco mientras se avanza por la loma que te permite coger el vuelo.
Tomar un desayunado ligero, porque cuando se empieza a tomar altura, el que dirige hace algunas maniobras que pueden causar mareo y generar vómito.
Hacer siempre caso al guía.
Volar con empresas que tengan experiencia.
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Maloka de los Vientos
Como el vuelo lo tomamos temprano, fuimos a pasar un rato a la Maloca de los Vientos, un mirador en El Pomo, que cuenta con algunas actividades de aventura, como: canopy, puentes tibetanos, spider red, péndulo, columpio de vuelo, sendero temático y rappel, escalada. Me le medí al canopy (suavecito) y al columpio de vuelo (que no fue de mi gusto porque me dio mucho mareo y me alborotó el vértigo).
La vista desde el mirador es espectacular y la comida es sabrosa. Les recomiendo el sancocho.
Estuvimos un rato en Bello Horizonte, disfrutando de la piscina. Este lugar tiene alojamiento.
Finalmente en Santa Elena visitamos una empresa local de vinos, probamos la ensalada de frutas, para mí la más grande que he disfrutado y nos tomamos la respectiva foto en el monumento de María y Efraín.
Datos de interés:
El Pomo queda a 45 minutos de Cali en carro. Cuando se llega a la Hacienda El Paraíso, se toma una vía que asciende a este lugar. Es muy concurrido, se recomienda salir temprano porque los trancones son monumentales dado que todo el mundo parquea en la carretera y se estrecha la salida.
Si eres friolento, lleva saco o algo para cubrirte. El parapente o las actividades de ‘La Maloca de los Vientos’ no se recomiendan para personas en estado de gestación o personas con afecciones cardíacas.
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